Universidad Obrera Nacional

Memorias de la Argentina Industrial

El 4 de Junio de 1943, se produce la revolución militar que, clausurando la Década Infame, dará lugar a que en 1946 se establezca un gobierno popular interesado en el desarrollo de la clase trabajadora argentina.
Entre las medidas más importantes del gobierno popular presidido por el General Perón, figura la creación de la Universidad Obrera Nacional, el 19 de Agosto de 1948, hoy Universidad Tecnológica Nacional.
Rescatamos algunos hechos interesantes. La postura de “carrera cerrada” que sustentaba la Universidad de Buenos Aires al prohibir el ingreso a los técnicos recibidos en el colegio Otto Krause, obligaba a los jóvenes de la Capital Federal a dirigirse a la Universidad Nacional del Litoral o a la Universidad Nacional de La Plata, para realizar sus estudios de ingeniería. Pero en tiempos de plena ocupación para los técnicos, esto era imposible de cumplir dentro de los horarios de trabajo.
Es cierto que cualquier obrero o técnico podía seguir un bachillerato nocturno y así cumplir con la condición exigida en la Universidad de Buenos Aires, pero los horarios de clases no eran compatibles con un trabajo rentado normal, salvo en algunos empleos públicos con horarios reducidos. Esta teoría de la Universidad de Buenos Aires de negar la carrera de ingeniero a los técnicos, era sostenida por una dirigencia que no había entendido el cambio de los tiempos y la visión de la sociedad en que le tocaba vivir. Mucho menos entendía que la Argentina estaba cambiando su historia, pasando de un proyecto agrícola-ganadero caduco y colonial, a un proyecto industrial. También pesaba en la mentalidad de esta dirigencia académica una mentalidad clasista, que se negaba a aceptar el ingreso de obreros y técnicos con olor a grasa en los claustros universitarios. En la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en donde se cursaba ingeniería en ese entonces, existía un grupo hegemónico de profesores de alto prestigio, que imponían ideas envejecidas. La carrera de ingeniería civil era considerada la “carrera madre” por razones históricas, y la ingeniería industrial se había creado para tratar de obtener ingenieros con visión industrial, y así poder competir con los técnicos de la Otto Krause en el creciente mercado de trabajo. El grupo que sostenía estas ideas estaba encabezado por un prestigioso estructuralista: el ingeniero Enrique Butty.
Esta verdadera oligarquía universitaria consideraba que la gente de trabajo, que empezaba a poblar las aulas universitarias, y entre los que ellos incluían a los técnicos de la Otto Krause, eran personas que debían limitarse a transitar por su carril. En sus actitudes y palabras existía mucha soberbia y un soberano desprecio, pues consideraban que esas personas carecían de los méritos sociales para ser clase dirigente, concepto que no se les caía de la boca. Entendían que un muchacho de clase media o alta, debía cumplir con su bachillerato para formarse culturalmente, y después seguir ingeniería en la universidad.
Estas actitudes dejaban el campo abierto para la aparición de una nueva figura universitaria, a la que se llamó Universidad Obrera Nacional, y que fue creada por Ley 13.229 del 19 de agosto de 1948. El 7 de octubre de 1952, el decreto Nº 8.014 aprobó el Reglamento de Funcionamiento. Se tomó como base el “Proyecto Pezzano”, al cual se agregó por razones fáciles de entender, la asignatura Sindicalismo, y se designó como rector a un dirigente sindical del gremio de la Construcción. Como no se podía encuadrar esta nueva figura universitaria dentro de las normas de la llamada “Ley Avellaneda” (Ley Nº 1.597) la Universidad Obrera Nacional pasó a depender de la ex Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional, una entidad creada por el gobierno de la Revolución de 1943, mediante el decreto Nº 14.538 del 3 de junio de 1944 y ratificada por Ley Nº 12.921, destinada a la educación profesional en todos sus niveles por medio de las “Escuelas Fábricas”. El título emitido por la nueva universidad era “Ingeniero de Fábrica”. La Revolución Nacional y la clase trabajadora creaban así una nueva legalidad y sus propias instituciones educativas.
La nueva Universidad no resultó simpática ni a la Universidad de Buenos Aires, ni al gremio de ingenieros, ni a la oligarquía. Tampoco a la entidad profesional máxima, el Centro Argentino de Ingenieros, que rechazó como socios a los primeros graduados en la Universidad Obrera Nacional. Pero sirvió ¡y como! para cimentar el proyecto de una Argentina Industrial, Socialmente Justa, Económicamente Libre y Políticamente Soberana.
Rubén Tamborindeguy
25/8/2006